El pequeño Nicolás es un falso héroe infantil de nuestros días, un connaisseur de pequeña dimensión del entramado falto de escrúpulos éticos del poder político y económico de nuestra sociedad. Aunque en otro contexto, goza de las dudosas simpatías que en su día despertó “el Dioni”,conductor y secuestrador de un furgón blindado bancario, y que han despertado todos los estafadores y atracadores inteligentes que en el mundo han sido.
jueves, 18 de diciembre de 2014
EL PEQUEÑO NICOLÁS
Pequeño ya no es, aunque sus peripecias sociales y
mediáticas se remontan a la infancia, cuando lo era de verdad. Si tuviera
treinta años, sus habilidades para despertar afectos y confianzas y para promover
interrelaciones entre las personas le hubiesen situado en un puesto político
preferente. Pero movido por su fantasía infantil, por la urgencia de sus
impulsos adolescentes de poder, ha seguido atajos prematuros a título
individual, sin encuadrarse en una organización política formal en la que
hubiera desarrollado sus cualidades innatas. Es una pena –es un decir– que
pudiendo haber sido un eminente golfo político se haya quedado en un golfillo
con grandes aspiraciones personales dentro de un entramado confuso y difuso de
la derecha corrupta. Pero lo más grande es que no se cree un delincuente,
que no se siente culpable sino hábil dentro de un mundillo corrompido de hecho, de
un mundo tan habitual y contaminado como el aire que respiramos en
las ciudades. Tiene carilla de bueno, casi angelical a veces, y hasta es capaz
de despertar buenos sentimientos en aquellos con los que se relaciona y con los
que aparece en las fotos. Unos cazan autógrafos de personas conocidas, pero
Nicolás caza fotos simpáticas en compañía de políticos y empresarios,
demostrando lo fácil que es arrimarse a las inseguras figuras del poder,
pendientes casi exclusivamente de ellos mismos. Ha sabido traficar bien con esas
dudosas influencias que pueden otorgar favores a terceros, ingenuas víctimas
del timo de la estampita, es decir, del timo de comprar algo que es falso,
cegados por la ambición. Aunque alguna vez haya funcionado el truco.
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jueves, 27 de noviembre de 2014
QUEREMOS... Y NO “PODEMOS”
De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno, se dice.
Pero es bonito caminar mientras se mantiene la ilusión, porque sin ilusiones es muy
dura la existencia. Cuando la clase política padece una diarrea severa que contamina
todo lo que toca, se necesita un soplo de aire fresco que oree el ambiente. La
clase política, la casta que llaman los recién llegados “we can”, está inmersa
y obnubilada en su propia supervivencia, encerrada en su alcoba maloliente y
ajena al mundo de la calle.
Hay que atajar la infección, todo el mundo está de acuerdo,
pero no es fácil cuando el mal se ha hecho crónico. Y no bastan las buenas
intenciones, el posibilismo ingenuo de los recién salidos de la facultad que
estrenan bata blanca. Hay también mucha ambición en esos jovenzuelos dispuestos
a cambiar ciegamente lo que haga falta, incluso sus propios
planteamientos, para erigirse en jefes
de clínica. Tampoco ellos están libres de virus, pues han crecido en un
ambiente contaminado. Pero se les puede perdonar, porque si hay una cura del
mal, tendrá que provenir de ellos, o de sus buenas intenciones.
No es fácil sanear las instituciones de un país cuando el
cáncer de la corrupción se ha extendido por todas partes. Políticos, jueces,
banqueros, empresarios, religiosos,
sindicalistas y otros más, han sido alcanzados en cierta proporción por
la metástasis.
La duda es si basta querer para poder, porque no hay cura
todavía para este ébola que es ya una epidemia. Ni siquiera, de momento, hay
vacuna.
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miércoles, 12 de noviembre de 2014
LIBROS QUE "ENGANCHAN"
Es bastante corriente afirmar hoy, como expresión de valor, que un libro te “engancha”. Y se supone que te
engancha y no te suelta desde el principio al final, obligándote a leerlo de un
tirón si tienes tiempo para hacerlo. La expresión es un síntoma de la cultura
que nos invade, la del entretenimiento, la dispersión y la superficialidad, como analiza Vargas
Llosa en su último libro “La civilización del espectáculo”. Hay tantos
requerimientos para nuestra atención que si algo no nos “engancha” enseguida,
lo abandonamos, ya que nos acosa la inquietud de que nos estamos perdiendo
otras muchas cosas. Por eso, un libro que engancha debe hacerlo sobre todo en
las primeras frases, a la manera del anzuelo que se clava en la boca del pez
atraído por el cebo. Así que todo novelista actual con pretensiones de triunfar
se esfuerza por perpetrar un arranque impactante; eso es lo que se lee en las
librerías cuando se ojea un libro. Pero
para que el libro siga enganchando, su acción no debe decaer, debe envolverte
en su dinámica sin permitir evadirte ni reflexionar; debe convertirte en un espectador
pasivo. Por ahí van los Best Sellers, la delicia de la literatura de evasión
para el gran público de nuestros días. Importa más la capacidad de distracción
que la calidad, al menos para decantar un volumen generoso de ventas.
¿Quién tiene hoy la paciencia de sentarse cómodamente a leer
una obra de calidad esperando encontrar en ella planteamientos y visiones del
mundo que aporten un enriquecimiento a la propia existencia? Muy pocos. Hoy no
se quiere saber nada porque se cree que no hay nada que saber. Se trata
simplemente de disfrutar el tiempo presente de la misma manera que se consume
un dulce o una copa. Se trata de entretenerse, no de crecer.
Hay algo, sin embargo, que llama la atención en la novela
actual, algo aparentemente contradictorio con esta cultura del entretenimiento.
Son las técnicas narrativas que alteran y dificultan el seguimiento cómodo del
relato. Se trata de la fragmentación y recomposición de la línea temporal, de
la aparición de diferentes narradores o puntos de vista, de la mezcla de
relatos que pueden confluir o no en algún punto, etc. Todo ello, salvo un
empleo inteligente de los recursos, que se da pocas veces, contribuye a hacer
la lectura engorrosa, a desorientar al lector, a obligarle a releer o tener una
memoria de elefante, a completar en suma un puzle tanto más difícil cuanto más
se ha espaciado la lectura. De esta manera se logra dar una sensación de complejidad
y enjundia a relatos que muchas veces son insulsos, pero que al menos
proporcionan al lector la oportunidad de distraerse intentando recomponer la
historia y sentirse satisfecho de sí mismo cuando lo logra. Seguimos pues en la
cultura del juego, del entretenimiento.
En cuanto a los contenidos, la actual literatura de usar y
tirar sigue las mismas veleidades comerciales que la ropa, es decir, que se
vuelven a poner de moda modelos que hacía tiempo no se cultivaban, como la
novela policiaca, la romántica, la negra o la pornográfica, sin que añadan nada
nuevo ni lleguen nunca a los niveles de calidad alcanzados en otras épocas.
Afortunadamente para las editoriales, la población se renueva y toma como nuevo
lo que ya tiene más años que el tebeo.
Libros que enganchan, pero sólo un momento, lo que dura su
lectura, y después se olvidan; no como las obras que se incorporan a nuestro equipaje
cultural y permanecen siempre vivas en
la memoria.
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lunes, 3 de noviembre de 2014
¿REQUIEM POR EL LIBRO?
Al principio fueron las “tablillas de arcilla” los soportes
de la escritura. En el inmediato futuro lo serán las “tablets”. Principio y
final va de tabletas, analógicas primero y ahora digitales. La diferencia
substancial es la cantidad de escritura contenida en el soporte, además de
otros usos alucinantes de las últimas, tales que un acceso ilimitado a la
información mundial o la capacidad de hacer y enviar fotos y videos a cualquier
parte. Pero centrémonos en la escritura y contemplemos por un instante la
evolución de sus soportes a lo largo de los tiempos. Pronto aparecieron los
rollos de papiro, que permitían leer un texto desenrollándolos progresivamente.
Aunque un poco incómodos de leer si no se apoyaban sobre una mesa, permitían
marcar posiciones de lectura introduciendo un pequeño trozo de papiro en un
borde del rollo. Luego llegaron los pergaminos, de piel fina, y con ellos el
auge de los “libros” en su acepción común, compuestos por un conjunto de
pliegos cosidos que había que ir pasando para progresar en el texto. También en
ellos se podían dejar marcas de lectura como en los rollos de papiro, e
igualmente que en ellos, hacer anotaciones en los márgenes del texto. Lo
siguiente sería ya más de lo mismo, el reinado permanente del libro usando
papel en vez de piel e imprenta en lugar de escritura manuscrita.
En la era digital, la pantalla electrónica ha substituido al
papel en multitud de usos, y también, cómo no, en gran parte de los textos
literarios. Para ellos, se concibió específicamente el lector electrónico, que
permite almacenar cientos de libros digitales en un dispositivo pequeño y
ligero. El “e-Reader “ se popularizó rápidamente en los últimos años, y ahora
empieza a decaer cediendo su terreno a las “tablets”, más versátiles, en las
que la función de e-Reader es sólo un complemento más. Permiten la
visualización en color como ventaja, y como inconveniente una lectura más
cansada que la de la “tinta electrónica” de los e-Reader. El que la tablet vaya
ganando la batalla es una muestra más de la deriva de los lectores hacia la
lectura breve, en tiempos perdidos, a menudo interrumpida por otras
solicitaciones de las comunicaciones multimedia. Y a no ser que se dote pronto
al e-Reader de otras funciones complementarias como el acceso a internet, pantalla
en color, interactividad, etc., estaremos asistiendo a su muerte. Ya es difícil
encontrarlos en los comercios, mientras que proliferan las tabletas, cada vez
más pequeñas y manejables.
Pero ¿y qué pasa con el libro tradicional? Pues que sigue
bajando su venta a favor del ebook, más barato y fácilmente pirateable. Hoy el
80% de los lectores descargan gratis los ebooks, bien porque son gratuitos en
origen o porque los piratean. Empieza a producirse en el mercado del libro una
revolución comercial que se inició con la música: la destrucción del mercado de
las editoras, que han disfrutado siempre de pingües beneficios y explotado a
los autores, los verdaderos productores de literatura.
Los autores que se autoeditan digitalmente son ya una marea
imparable y las plataformas de comercialización de libros digitales admiten
unos precios de venta ínfimos. Tantas ventajas han generado un exceso de oferta
que hace casi imposible para un autor abrirse paso hacia el lector. En la
cadena digital falla la promoción, siendo poco eficaz la llevada a cabo directamente
por el autor en redes sociales y otras plataformas gratuitas de lectura
crítica. Empiezan a verse intentos de establecer concursos y premios por parte
de las plataformas de edición, pero son muy poco profesionales. Hoy por hoy, la
demanda de libros digitales se centra sobre todo en los gratuitos. Es una
llamada que no debería desoírse: la exigencia del acceso gratuito a la cultura.
En ese sentido, empiezan a desarrollarse bibliotecas virtuales que pueden ser
accedidas online, siendo un servicio municipal gratuito más, como las
bibliotecas convencionales. Los libros de texto
acabarán siendo substituidos por libros digitales, terminando con la época de
las pesadas mochilas de los escolares y el escandaloso negocio de las
editoriales en este sector. Las grandes enciclopedias como la británica, que ya
lo hace, no se editarán en papel, y semanarios tradicionales como el Newsweek,
de formato tan cómodo, salen ya sólo en digital. En cuanto a los periódicos,
hay augures que profetizan su desaparición en papel para dentro de un par de
décadas a más tardar, existiendo ya ediciones digitales gratuitas de los más
importantes.
La publicación tradicional ha resultado apresada por sus
costes de producción y comercialización frente a lo digital, haciéndola
inviable, a pesar de que las editoriales tradicionales se esfuerzan por
mantener en el mercado digital unos precios altos paro no perjudicar demasiado
al libro en papel.
Con este panorama hacia el futuro, ¿qué porvenir le espera
al libro tradicional? Quizás tenga una muerte lenta, muy lenta, como la han
tenido todos los soportes analógicos anteriores. Nadie publica hoy en tablillas
de arcilla ni en rollos de papiro, aunque se conserven algunos en los museos. Los
románticos del libro en papel defienden su valor como objeto que se puede
tocar, oler incluso, regalar envuelto en bonito papel de colores. Como todo
objeto, uno se puede sentir su propietario y amarlo en la medida de su valor
literario enriquecido por unas cubiertas y un papel de lujo; lo puede convertir
en un fetiche, en suma, pero la esencia, la razón de existencia del libro es su
contenido. No se puede olvidar que más romantica que el libro era la carta manuscrita, y ha desaparecido de nuestras vidas substituida por el correo electronico y las diversas aplicaciones de mensajería, sin que la echemos de menos.
Y hablando de muertes, conviene relacionarlas con el
contenido de los libros. Es evidente que publicaciones en papel como los libros
de texto, las grandes enciclopedias y los diarios tienen los años contados, ya
que los contenidos multimedia de las publicaciones digitales serán incorporados
a ellos, permitiendo disponer de videos, fotos abundantes e incluso grabaciones
sonoras, además de hipertextos e interactividad. La incógnita que nos ocupa es el destino de
la obra literaria, materializada exclusivamente en escritura. Aquí es donde se
librará la batalla entre lo analógico y lo digital, en la que el precio de los
libros será un factor decisivo. Por supuesto que el libro en papel puede
adaptar considerablemente los costes, como ya se hace en las ediciones de
bolsillo y se hizo en épocas anteriores de manera más drástica, comercializando
libros al precio de un café, sin portada y en papel periódico. Claro que
degradado el libro fetiche a estas ediciones baratas, se apreciará en él sólo
el contenido, como en la edición digital.
El libro en papel no desaparecerá, como no desaparecerán las
grandes bibliotecas nacionales cuya misión esencial es conservar todo lo que se
ha publicado, y como no hubiera desaparecido la antigua Biblioteca de
Alejandría, que albergaba más de
setecientos mil rollos de papiro y pergamino, de no haberla destruido los
azares de la Historia. Pero los nuevos
libros irán cambiando de soporte progresivamente, de la misma manera que van
cambiando los hábitos de lectura de la gente. Hábitos que pueden ser criticados
como puede ser criticada la sociedad actual, centrada en el pasatiempo, lo
banal, la dispersión. El libro tradicional
apunta a una época en que se practicaba la lectura sosegada y profunda, la meditación
en el mundo narrado, el ejercicio de la imaginación en suma. De todo ello queda
un público devoto todavía que esperemos que nunca desaparezca.
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miércoles, 15 de octubre de 2014
LA IDENTIDAD Y EL SELFIE
A lo largo de los años de nuestro desarrollo, cada uno hemos
construido una identidad interior, una conciencia de nosotros mismos. ¿Pero es
ésa nuestra identidad real? Parece que no, y por eso figura inscrita en el templo
de Apolo en Delfos, entre otras muchas máximas morales, la famosa “Conócete a
ti mismo”, que implica que no es fácil conocer nuestra identidad real, hasta el
punto de situarla como una meta a alcanzar. Es un misterio la intención
original de la máxima ya que se puede interpretar desde diversas vertientes.
Desde el pensamiento religioso se la interpreta como la profundización espiritual
y el conocimiento de la relación del hombre con la divinidad. Sócrates, al que
algunos atribuyen falsamente la paternidad de la máxima, le da una interpretación
moral, muy acorde con la intención de las otras máximas, que son realmente
principios éticos que se han incorporado después en mandamientos o leyes en diversas
religiones. Siguiendo a Sócrates, la tarea de conocerse apunta hacia algo
exterior a nosotros, algo distinto de nuestra subjetividad, de nuestra
identidad interior, y se trata no de cómo nos conocemos sino de cómo nos
conocen los demás, la sociedad. Esto supone un mirarnos desde el cristal de las
normas sociales, de la ética y la cultura.
En una sociedad reducida, aldea o grupo primitivo, la gente
se conoce por las interacciones que tienen lugar en el transcurrir de la vida
en común. Pero el asunto se complica cuando la dimensión de grupo social es
grande, limitándose el conocimiento a nuestra manifestación en actos públicos,
conferencias, publicaciones, entrevistas, etc. Es entonces cuando la identidad
se constriñe a determinadas características de la persona, las que se ponen en
juego en la actividad pública.
Si hablamos de una persona sin especial significación
social, su identidad exterior estaría definida en su círculo familiar, amigos,
trabajo, etc. Y si gracias a las nuevas tecnologías ese círculo de conocidos se
amplía enormemente, como sucede en las redes sociales, veremos aparecer una
nueva identidad exterior sumamente frágil e incierta que se establece en base a
los contenidos personales que volcamos en la red. Se trata de una identidad
idealizada, manejada por el autor, una identidad de “personaje”. Y es aquí
donde entran en juego con toda intensidad los conocidos “selfies”. Una imagen
vale más que mil palabras, reza un antiguo proverbio chino refiriéndose a su
valor descriptivo, sin sospechar el fenómeno actual del selfie en el que dicho
valor queda reducido al de una máscara. Hoy que se ha perdido la capacidad de
discurso, cuando lo que se escribe generalmente en las redes son frases cortas,
descuidadas, comentarios avaros de palabras como si no tuviéramos tiempo de
nada, el valor comunicativo del selfie, aunque falso, ha cobrado gran
importancia para contribuir a la creación de nuestra identidad exterior. Pero
el selfie es una gota, un reflejo de sol sobre el agua, que dura un instante aunque
tenga intención de eternidad. Es más espontáneo que un autorretrato cuidado
pero su contenido es mucho más efímero y engañoso.
Vivimos tiempos en que la propia imagen ha acaparado no sólo
la identidad exterior sino la interior, tiempos en que muchos se reconocen a sí
mismos a través de sus imágenes digitales en la pantalla del smartphone. Y uno se pregunta si la máxima “conócete
a ti mismo” no se ha quedado obsoleta, si existe un conocimiento más completo
de uno mismo visto desde los ojos de los demás o cada vez esos ojos exteriores
ven menos, menos incluso que uno mismo. La identidad se está disolviendo entre
los bits de las nuevas tecnologías y vuelve a resurgir la vieja duda metafísica,
ahora con menos contenido metafísico: ¿La realidad es sólo lo que vemos o
existe un mundo desconocido del que surgen apariencias?
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lunes, 6 de octubre de 2014
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miércoles, 1 de octubre de 2014
EL MITO DE LA CIGÜEÑA
Desde la
terraza de mi casa, en tierra de cigüeñas, las contemplo de madrugada
en sus nidos y luego en posaderos soleados, en los vértices de los tejados
altos o en las antenas de televisión, en milagroso equilibrio sobre sus
delgadas patas rojas. Allí se calientan impasibles enderezando su alta figura
como quijotescas aves blanquinegras. Pronto emprenden el vuelo hacia los
comederos en las orillas del rio y los campos de labranza. Sus largos picos
rojos atrapan pececillos y ranas en la ribera o penetran la tierra buscando
lombrices; en los campos, capturan insectos y pequeñas alimañas. Así pasan el
día hasta el oscurecer, cuando regresan a sus asentamientos. Otra vez enderezan
su figura en los posaderos, como si contemplaran serenas sus dominios, hasta
que a la hora del sueño se instalan en los grandes nidos y duermen sobre una de
sus largas patas, la otra plegada dentro del plumaje para conservar el calor, el
cuello recogido sobre la espalda de semejante guisa.
Hace
algunos días, al final del verano, volvieron de los campos en gran cantidad,
todas juntas, sobrevolando la ciudad a gran altura. Planeaban con elegancia
describiendo amplios círculos y finalmente se fueron posando en unos tejados
altos. Conté más de treinta y se las veía muy inquietas, como si tramaran algo.
No se instalaron en sus nidos y la noche las acogió en los tejados. De
madrugada habían desaparecido dejando un enorme vacío en la pequeña ciudad.
Habían emprendido su migración hasta el África subsahariana, después de muchos
meses de plácida vida instaladas en los campanarios de las iglesias, habiendo
entretanto incubado, criado y visto crecer a sus polluelos. Les bastó un breve
ejercicio de vuelo de altura sobre la ciudad para emprender su aventura anual,
atravesando las tierras de España hasta el estrecho de Gibraltar, volando de
día y recorriendo cada jornada varios cientos de kilómetros sin demasiado
esfuerzo. Gracias a las corrientes térmicas ascendentes producidas por el suelo
calentado durante el día, y gracias a sus amplias alas batiendo lentas y majestuosas,
las cigüeñas son empujadas a las alturas, dejándose caer después planeando en
vuelo ligeramente inclinado hasta volver a elevarse otra vez . Pero la ruta es
larga y a veces hay que hacer mucho esfuerzo cuando las térmicas son débiles o
no existen, como sobre el mar, por lo que las cigüeñas jóvenes son las más
propensas a lanzarse a la aventura mientras que las viejas prefieren quedarse
en el sur de la península o incluso en sus nidos de cría durante todo el año.
Son tristes las cigüeñas viejas, solitarias en los nidos, soportando el frío y
la lluvia, esperando que llegue otra vez la primavera.
La llegada
de las cigüeñas es el anuncio de la primavera, de la vida renaciendo. Llegan cuando empiezan a florecer los almendros, haciendo juego con su
blancura. Son aves tranquilas, contemplativas, que viven junto al hombre como
si fueran domésticas. No cantan pero tabletean el pico haciendo un ruido
característico de carraca de variados tonos y cadencias. Son atentas cuidadoras
del nido y la prole, emparejándose frecuentemente de por vida y empollando los
huevos por turno, de la misma manera que atienden a la alimentación de las crías. Son sin
duda parejas ejemplares. Nuestro país alberga más del noventa por ciento de
todas las cigüeñas europeas, y por eso no es apropiado para nosotros el mito
infantil moderno de que los niños vienen de París transportados en el pico por
las cigüeñas, ya que son muy pocas las que nos llegan de allí, y llegan en otoño, de regreso a África. Lo más probable es que el mito tenga
origen en el norte de Europa, al que llegarían en primavera las cigüeñas
procedentes del valle del Sena, revestidas de resonancias románticas de la
Ciudad de la Luz. Francia ostenta además un índice de natalidad superior al
resto de países europeos en la ruta migratoria de las cigüeñas, por lo que la
leyenda está llena de sugerencias. Tampoco hay que ignorar el simbolismo freudiano
fálico de su rojo y largo pico, que recuerda la nariz de Pinocho.
Pero el
mito tiene raíces muy antiguas. Muchos pueblos, como los egipcios, griegos y
romanos, o los pueblos germánicos, han considerado sagradas a las cigüeñas,
protectoras de la pareja, el embarazo y los recién nacidos. Esta tradición que
las relaciona con los niños fue incorporada y desarrollada por Hans Christian
Andersen en un cuento en el que la cigüeña madre explica a sus cigoñinos:
"Sé dónde se halla el estanque en que duermen todos los niños chiquitines,
hasta que las cigüeñas vamos a buscarlos para llevarlos a los padres. Los
lindos pequeñuelos sueñan allí cosas tan bellas como nunca más volverán a
soñarlas... ". En alas del cuento, el mito se extendió por toda Europa y
el mundo.
La utilidad
del mito infantil se centra en la explicación puritana de la maternidad a los
niños, que reclaman alguna explicación de tan insólito hecho. Hoy ya se explica
a los infantes, en la medida de su capacidad cognitiva, la realidad biológica
del asunto. Que el niño esté en la tripa de la mamá lo acaban entendiendo
porque es evidente su tamaño, pero todo eso de la semillita que va creciendo y
acaba convirtiéndose en un bebé les resulta demasiado extraño y truculento, más que el cuento de
Andersen. Es más sencillo y gratificante para el alma el mito que la ciencia.
sábado, 9 de agosto de 2014
APPLE STORE
Con gran expectación se abrió al público en Junio la nueva
Apple Store de la Puerta del Sol, en el histórico edificio del nº 1, remodelado
interiormente. Las multinacionales nos invaden y se van apoderando de nuestro
patrimonio arquitectónico. Parafraseando a cierto político catalán, las
multinacionales nos roban, no sólo los dineros sino la historia, porque el susodicho edificio tiene una
historia reciente muy significativa para los madrileños. Allí ha estado desde
1936 el famoso anuncio luminoso del “Tío Pepe”, encaramado en su azotea y
presidiendo la vida madrileña como un símbolo del españolismo tópico (ese
cantaor con cuerpo de botella y guitarra), casi tan español para los madrileños
como el “Toro” de Osborne.
Pero Apple no podía estar debajo del “Tío Pepe”, por Dios, parecería
una franquicia andaluza, sobre todo habida cuenta de las dimensiones del
anuncio del vino. Así que hubo que cambiar el anuncio de lugar, al edificio del
nº 11 de la plaza, quedando el del nº 1 limpio de polvo y paja, aséptico. Al
menos, se ha conservado la arquitectura externa original, que data de finales
del siglo XIX. Allí estuvo por entonces el famoso Café de la Montaña, escenario
de tertulias literarias y políticas, que ocupaba la planta baja del edificio y
se abría al exterior por 16 puertas que le dieron el apodo de “café de la
pulmonía”. Fue allí donde Valle Inclán
perdió un brazo en una disputa a causa de un bastonazo que le dio su oponente,
provocándole la fractura del hueso y una infección posterior que obligó a la
amputación. Así de apasionado era el de las ilustres barbas, que había
increpado al del bastón con la conocida frase “¿ y Ud. qué entiende de eso,
majadero?”. Son historias chicas matritenses que hablan de otros tiempos en que
no existían los ordenadores, ni los iPad, ni los iPod, ni los iPhone, que ahora
se extienden encendidos sobre amplios mostradores en la gran sala diáfana del
antiguo café.
Si Valle Inclán levantara la cabeza, sería ahora él quien la
emprendiera a bastonazos, emulando a Don Quijote, contra ingenios tan poco
literarios ocupando el espacio del Café de la Montaña.
En aquellos tiempos a caballo de los siglos XIX y XX, la
vida cultural y de ocio se centraba en los grandes cafés, donde tenían lugar
acaloradas tertulias y discusiones. Allí se enteraba uno de lo que pasaba en la
villa y en España, además de ser lugar de observación de toda la fauna humana
de la época: antiguos congresistas, escritores de todos los pelos, artistas, actores,
comerciantes, jóvenes calaveras, timadores, familias con jovencitas casaderas a
la caza de un joven provechoso, etc., etc. Cada hora del día tenía su público
concreto, siendo por la noche, hasta la madrugada, la hora de las tertulias
vocingleras y apasionadas.
Hoy, esa realidad vivida de cuerpo presente ha desaparecido
a favor del mundo virtual de las comunicaciones digitales, extenso en el
espacio, más rico en información y más pobre en intensidad y contacto humano.
¿Qué será mejor? Apple asegurará que las nuevas tecnologías permiten una
comunicación social más rica y amplia,
pero en la sala ahora desangelada del Café de la Montaña seguirá sonando el eco
de la voz de Valle Inclán: ¿ y Ud. qué entiende de eso, majadero?
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domingo, 29 de junio de 2014
RAMADÁN
Es el cuarto
de los cinco pilares o principios fundamentales de la religión de Mahoma: profesión de fe, oración, limosna,
ayuno y peregrinación a La Meca. A los tres primeros
nadie le pondría objeciones, pero el cuarto y quinto son singulares del Islam,
aunque en el cristianismo hay un esbozo del cuarto relativo a la abstinencia y
el ayuno, que deberá practicarse sobre todo en la Cuaresma y que ha quedado
desfasado en su letra, ya que la carne, de la que habría que abstenerse algunos
días, no es hoy el manjar más exquisito cuya privación suponga cierta penitencia.
Podemos comer mariscos o deliciosos pescados que nada tienen que envidiar en
suculencia a la carne, por no hablar del caviar, las angulas y otras delicatessen.
Pero todos entendemos que donde se dice carne se quiere decir cualquier manjar selecto.
En cuanto al ayuno cristiano, basta con hacer una sola comida al día el miércoles
de ceniza y el viernes santo, si bien se puede tomar una ligera colación al
desayuno y a la cena. Fácil penitencia, sin duda, casi simbólica. El Ramadán es
más duro, pues exige, sin ningún tipo de contemplaciones, el ayuno durante un
mes, el de Julio en la práctica, incluyendo hasta el beber agua o tener
relaciones sexuales, aunque también tiene su trampa, pues la penitencia se extiende desde la salida del sol hasta su
puesta, pudiendo hartarse el fiel durante la noche de los más exquisitos
manjares y placeres. Y de hecho así lo hacen, ya que es un mes de deleites
sensuales, semejante a las fiestas navideñas de los cristianos. No es de
extrañar pues que el Ramadán se aborde con alegría intensa y no con la humildad
que conlleva el sacrificio. En realidad es una mezcla de austeridad y placer,
una combinación perfecta para un epicúreo: el placer es mayor después de su
carencia. Aunque el musulmán vive ambos aspectos religiosamente, como
penitencia y recompensa. Y es que la religión musulmana es sensual, no se puede
negar, lo mismo que su paraíso, repleto de bellas huríes y placeres de los
sentidos. Tampoco hay que olvidar que el espíritu del ayuno diurno consiste en
conseguir un estado de conciencia desprendida
de lo material que ayude al fiel a encontrar la presencia divina, aunque a la
puesta del sol la abandone por los placeres materiales.
El Islam es una religión atrapada en la edad media, lo mismo que el
cristianismo a pesar de los concilios renovadores, y que prospera, con mucho
éxito, en pueblos en ese estado cultural atrasado. Sin embargo, no se
diferencia del cristianismo en la fe sino en la práctica y sobre todo en
considerar a Jesús como un profeta similar a Mahoma. Es más radical al
considerar la unicidad de Dios sin separación en personas divinas ( Ah, el
incomprensible misterio de la Trinidad que establece la divinidad de Jesucristo).
En la actualidad hay 2.200 millones de cristianos (entre católicos,
protestantes y ortodoxos), 1.600 millones de musulmanes y 1.100 millones de
personas sin filiación religiosa, además de otros grupos menores
correspondientes a diversa religiones. Sobre una población total que ya supera
los 7.000 millones, las personas con alguna filiación religiosa suponen el 84 %
de la población mundial, y los creyentes en el Dios de las religiones reveladas
o "del libro" (cristianos, musulmanes y judíos), alcanzan el 60 %. Nuestro
Dios goza de buena salud todavía, y los musulmanes lo celebran con devoción y entusiasmo
en el Ramadán.
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lunes, 16 de junio de 2014
PROSTITUCIÓN Y PIB
Nuestro PIB anda necesitando un buen empujón que nos levante
la moral económica y también la de nuestros inversores extranjeros, y se va a recurrir
a incorporar a él determinadas actividades de la economía sumergida, que no por
ilegales son reales y palpables como la vida misma. Entiéndase así el comercio
de la prostitución y de las drogas. Y surge, como es evidente, el problema
ético que consiste en oficializar para bien una actividad ilegal. Se la
persigue por un lado y por otro se la incorpora a nuestra economía como una
fuente de bienes que mejoran nuestros balances y nuestra imagen económica en el
exterior. Y lo peor es que no es sólo cosa nuestra, sino que
corresponde a una directiva europea. Si realmente estas actividades resultan beneficiosas para la economía,
no habría que perseguirlas sino incluso legalizarlas y fomentarlas. Claro que esto no haría más
que seguir poniendo en evidencia que los valores primordiales de nuestras
sociedades no son los éticos sino los económicos. Es el mismo caso que el
tabaco, que se anuncia como mortal en las cajetillas pero se sigue vendiendo
debido a los impuestos que genera. Perro mundo de las contradicciones.
No va a ser fácil computar
(nunca mejor dicho) los ingresos de la prostitución o de las drogas, que
habrá que estimar de manera aproximada, muy aproximada. Y luego alardearán los
gobiernos de haber subido el PIB una o dos décimas debido a sus políticas
económicas, cuando la manipulación de un índice tan chapucero y con tantas
lagunas como el PIB se presta a estas subidas poco ciertas. Ahí está por
ejemplo la estimación de la economía “legal” pero sumergida, no declarada ni
generadora de impuestos, que por fuerza se hace a ojo y se incluye en el PIB. Y
qué decir de los productos y servicios que no se venden y por tanto no se evalúan,
como el trabajo doméstico, los servicios que presta el voluntariado, la
producción para el consumo propio en el medio rural, etc. ¿Por qué no
incorporarlos también de manera estimada al PIB, antes incluso que la
prostitución y las drogas?
El PIB, dudoso índice que en adelante podría significar también
“Prostitución Ilegal Beneficiosa” y que nos abre las puertas de las agencias de
calificación mundiales. Sin un buen PIB no hay nada que hacer hoy en el mundo
de la economía, o sea, en el mundo
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martes, 3 de junio de 2014
EL REY
¿De qué se puede hablar de más actualidad que del Rey? Del viejo
y del joven, que en este momento están en trance de transmigración y no sabe
uno ya a cual referirse, pues hace meses que están en ello a puerta cerrada. El
proceso ha sido estudiado cuidadosamente y a poco que uno analice los indicios
de la operación se dará cuenta de que ha sido bien planeada. Un relativamente
escueto comunicado de abdicación, como restándole importancia, ha oficializado
la cesión de la corona. Podría haber hecho el Rey padre un emotivo análisis de
su reinado, señalando los momentos clave, los éxitos conseguidos, los problemas
afrontados, etc., pero se ha limitado a comunicar con brevedad su decisión de
abdicación. Es una manera adecuada de no levantar demasiado alboroto, tal y
como están las cosas, y que la transferencia se haga rápido y “callando,
callando”. Y no obstante, ya se han llenado las plazas de algunas ciudades
clamando por la República. No se puede ignorar que la reciente monarquía es de
herencia franquista, a pesar que Franco era un militar republicano que al final
se sublevó. No le debieron quedar ganas al “Caudillo” de promover una tercera
República al final de sus días, en lugar de la antigua monarquía borbónica, pues las
heridas republicanas de la guerra civil no se habían cerrado todavía. Incluso
ahora siguen abiertas en muchos, o mejor, han sido reabiertas por la acción de
algunos y la omisión de otros.
El caso es que se avecina una nueva etapa en la que habrá
que afrontar el acoso de las tendencias separatistas periféricas, tejer una
reforma de la Constitución que impida la disolución del país y hacer frente a
la crisis generalizada de las instituciones, motivada por la corrupción, el
descrédito de la clase política y su desconexión de los ciudadanos. Ha sido
sintomático el éxito logrado en las elecciones europeas por el partido “Podemos”,
heredero del movimiento del 15-M, que a pesar de sus propuestas utópicas, ha calado
profundamente en una parte sustancial de la población. También ha ayudado, cómo
no decirlo, el carisma personal de su dirigente, Pablo Iglesias, que parece ya
predestinado por nombre desde la pila bautismal (si hizo uso de ella) para liderar
una izquierda capaz de generar ilusión.
El problema es que la tarea a realizar es ya demasiada para
el viejo Rey, que probablemente anhela no manchar su reinado con un final desastroso
que acabe tumbando definitivamente la monarquía española. Y le ha soltado el
marrón a su sucesor, ya entradito en primaveras y que probablemente estará
deseando coger las riendas del casi simbólico poder para intentar salvar al
país, y a la monarquía, de la amenaza del inmediato futuro. El momento es el oportuno,
ya que está cerca la batalla política separatista catalana definitiva y hay que dejar al
sucesor en su puesto antes del verano para que vaya trabajando, a la vez que el
veterano Rey se va a disfrutar de unas merecidas vacaciones. Hay un paralelismo
claro con la renuncia del Papa, abrumado y sin las fuerzas suficientes para
luchar contra la corrupción vaticana y los escándalos de la curia. Y eso que el
Papa contaba con la ayuda de Dios para resolver sus problemas, así que al Rey,
que últimamente está demasiado solo, se le disculpa con mayor motivo. Aunque al
final, como a Suarez, se le reconoce el mérito de haber conducido al país a la
democracia sin más enfrentamientos civiles.
Váyase pues de vacaciones, Majestad, que en todo caso, como
el viejo Papa, seguirá cohabitando con el nuevo Rey y le echará una mano si
fuera menester. Y además, ahí está también la nueva Reina, cuyo papel en la sombra
está por ver y que, si se le pasa la tontería estética, pudiera dar un buen
juego. Será curioso contemplar cómo se van definiendo los perfiles de ambos.
Nunca se sabe de antemano cómo evolucionan las personas al cambiar las
circunstancias. De momento, el nuevo Rey nos sigue pareciendo el Felipe que
hemos conocido desde que era niño, al que le faltaba siempre medio hervor, aunque ahora use barba
entrecana y haya endurecido algo el gesto. Lo que no se le podrá negar es
apariencia, lo mismo que a Leticia, y dicen que además buena preparación. Pero
le hará falta algo más para lidiar este toro que le ha caído en suerte. Que la
tenga buena.
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domingo, 25 de mayo de 2014
LA MIRADA DE LA DAMA
Se han vuelto a abrir las nobles puertas del Museo
Arqueológico Nacional, después de seis años de trabajos de remodelación y
actualización según las técnicas museísticas modernas (ya le hacía falta), y hemos
tenido ocasión de encontrarnos de nuevo, cara a cara, con la Dama de Elche, la
pieza cumbre de la arqueología íbera.
La mirada de la Dama encierra un enigma, y es lo que atrae la atención con persistencia después de evadirnos de su complejo tocado y la profusión de sus adornos. También Leonardo da Vinci puso un enigma en la mirada de la Gioconda, pero muy distinto, muy mundano, quizás erótico; era, y es, una mirada levemente atrevida e insinuante que nos penetra como si conociera nuestros secretos más íntimos e inconfesables, o como si quisiera hacernos cómplices de los suyos. Nuestra Dama íbera alberga un misterio muy distinto, espiritual, casi de ultratumba. Su rostro parece hallarse a mitad de camino entre la vida y la muerte, sus facciones se muestran casi yertas, inexpresivas, pero no hieráticas sino muy reales. Pequeñas asimetrías en el rostro la hacen creíble, lejos de la perfección y simetría idealizadas de la escultura griega clásica. Sus ojos, ligeramente convergentes, con los párpados un poco caídos, parecen estar mirando a un punto cercano situado delante de ella y abajo, como si estuviera ausente, absorta, contemplando el más allá o el mismo centro de su ser interior. Se ha perdido la pasta vítrea de sus iris, que ahora se muestran vaciados, acentuando esa impresión de muerte, de vacío en la mirada. También se ha perdido su policromía, que sin duda animaría su aspecto. Nuestra otra gran dama ibérica, la de Baza, se manifiesta de manera completamente distinta, viva y mirando de frente hacia los que están delante, los ojos muy abiertos, el gesto humano aunque el perfil es noble y autoritario. Su alma está completamente fuera, mientras que en la de Elche está dentro. Si ponemos los dos bustos frente a frente, parece que la de Elche bajara respetuosa la mirada ante la de Baza, pero sin embargo, si los ponemos en paralelo, mirándonos, la de Baza parece una reina y la de Elche una diosa. La de Baza es madura, y la de Elche es joven, la primera de rostro amable, la segunda de una rara belleza, indígena y a la vez griega, como si el escultor hubiese adaptado los cánones de la escultura griega a la belleza primitiva, étnica, de una íbera. La de Baza es una mujer noble y poderosa, la de Elche es un fenómeno contenido de la naturaleza. Ambos rostros son muy reales dentro de su solemnidad, retratos auténticos de mujeres de aquella época de nuestros orígenes. Ambas, junto con otra dama encontrada hace poco en Guardamar, hecha pedazos e incompleta, y fea por añadidura, son los únicos representantes de la escultura realista íbera, porque el resto de tallas encontradas, bastante abundantes, son estereotipadas o de pequeño tamaño, representando damas oferentes, guerreros, etc., sin pretensiones naturalistas sino fundamentalmente simbólicas.
La Dama de Elche se salvó de la destrucción iconoclasta que aconteció en los pueblos íberos en un periodo de cambio socioeconómico durante el siglo V a. de C., con una probable revolución en las estructuras de poder. Se ocultó el busto en una improvisada hornacina de piedras adosada a la muralla de la Alcudia, y así fue encontrada a finales del siglo XIX. Sin duda era demasiado hermosa para permitir que fuera destruida. Ha viajado mucho la misteriosa y bella Dama, codiciada por los franceses y expuesta definitivamente en el Museo Arqueológico Nacional para disfrute de nacionales y extranjeros, concitando miles de visitas diarias. Aquí la tenemos de nuevo ante nosotros, realidad y símbolo a la vez de la belleza íbera, casi viva, casi muerta, pero palpitando en su verdad.
La mirada de la Dama encierra un enigma, y es lo que atrae la atención con persistencia después de evadirnos de su complejo tocado y la profusión de sus adornos. También Leonardo da Vinci puso un enigma en la mirada de la Gioconda, pero muy distinto, muy mundano, quizás erótico; era, y es, una mirada levemente atrevida e insinuante que nos penetra como si conociera nuestros secretos más íntimos e inconfesables, o como si quisiera hacernos cómplices de los suyos. Nuestra Dama íbera alberga un misterio muy distinto, espiritual, casi de ultratumba. Su rostro parece hallarse a mitad de camino entre la vida y la muerte, sus facciones se muestran casi yertas, inexpresivas, pero no hieráticas sino muy reales. Pequeñas asimetrías en el rostro la hacen creíble, lejos de la perfección y simetría idealizadas de la escultura griega clásica. Sus ojos, ligeramente convergentes, con los párpados un poco caídos, parecen estar mirando a un punto cercano situado delante de ella y abajo, como si estuviera ausente, absorta, contemplando el más allá o el mismo centro de su ser interior. Se ha perdido la pasta vítrea de sus iris, que ahora se muestran vaciados, acentuando esa impresión de muerte, de vacío en la mirada. También se ha perdido su policromía, que sin duda animaría su aspecto. Nuestra otra gran dama ibérica, la de Baza, se manifiesta de manera completamente distinta, viva y mirando de frente hacia los que están delante, los ojos muy abiertos, el gesto humano aunque el perfil es noble y autoritario. Su alma está completamente fuera, mientras que en la de Elche está dentro. Si ponemos los dos bustos frente a frente, parece que la de Elche bajara respetuosa la mirada ante la de Baza, pero sin embargo, si los ponemos en paralelo, mirándonos, la de Baza parece una reina y la de Elche una diosa. La de Baza es madura, y la de Elche es joven, la primera de rostro amable, la segunda de una rara belleza, indígena y a la vez griega, como si el escultor hubiese adaptado los cánones de la escultura griega a la belleza primitiva, étnica, de una íbera. La de Baza es una mujer noble y poderosa, la de Elche es un fenómeno contenido de la naturaleza. Ambos rostros son muy reales dentro de su solemnidad, retratos auténticos de mujeres de aquella época de nuestros orígenes. Ambas, junto con otra dama encontrada hace poco en Guardamar, hecha pedazos e incompleta, y fea por añadidura, son los únicos representantes de la escultura realista íbera, porque el resto de tallas encontradas, bastante abundantes, son estereotipadas o de pequeño tamaño, representando damas oferentes, guerreros, etc., sin pretensiones naturalistas sino fundamentalmente simbólicas.
La Dama de Elche se salvó de la destrucción iconoclasta que aconteció en los pueblos íberos en un periodo de cambio socioeconómico durante el siglo V a. de C., con una probable revolución en las estructuras de poder. Se ocultó el busto en una improvisada hornacina de piedras adosada a la muralla de la Alcudia, y así fue encontrada a finales del siglo XIX. Sin duda era demasiado hermosa para permitir que fuera destruida. Ha viajado mucho la misteriosa y bella Dama, codiciada por los franceses y expuesta definitivamente en el Museo Arqueológico Nacional para disfrute de nacionales y extranjeros, concitando miles de visitas diarias. Aquí la tenemos de nuevo ante nosotros, realidad y símbolo a la vez de la belleza íbera, casi viva, casi muerta, pero palpitando en su verdad.
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sábado, 17 de mayo de 2014
SELFIES
Desde que se inventó la fotografía, el fotógrafo, que es por
esencia solitario en el ejercicio de su arte, como el escritor, ha sucumbido a veces a la tentación de hacerse un
autorretrato rápido. Debía usar un trípode y enfocar previamente el área donde iba a
colocar su rostro. La llegada de las cámaras modernas compactas facilitó mucho
la tarea, pues bastaba con alargar el brazo y disparar apuntándose a uno mismo, aunque en
ocasiones el centrado de la imagen no fuera demasiado bueno. Finalmente, la
aparición de los smartphones con objetivo adicional frontal ha permitido verse
en la pantalla antes de disparar, de manera que la foto puede salir a nuestro
gusto y de manera rápida. Es evidente que si el retrato nos lo hace otra
persona con una buena cámara, los resultados son mejores ya que puede realizarse
a mayor distancia, jugando con la distancia focal, la profundidad de campo y el
fondo de la imagen. Pero el autorretrato fotográfico, autofoto, selfie o como
quiera llamarse según los caprichos de la moda, que pretende introducir algo
nuevo cambiando el nombre a lo que ha existido siempre, es algo personal, improvisado,
impulsivo. Su popularidad se ha fraguado al calor de las redes sociales, donde
prolifera esa banalidad de asomar el rostro en diversas situaciones para hacer
ver a los demás que existimos. Es lo malo de las relaciones virtuales, que si
no damos continuas señales de existencia se nos puede creer fuera de juego, desaparecidos
en combate. Luego está la simpleza de pretender que con una foto tomada en un
momento feliz todo el mundo va a imaginar que llevamos una vida triunfante.
Claro, como no nos conocen en persona, el engaño está servido y el selfie se
convierte en una imagen falsa de nuestra vida real. También sirve el selfie, todo
hay que decirlo, para divertirse uno mismo en ese ejercicio narcisista de poner
caritas y hacer muecas, que antiguamente hacían los adolescentes ante el
photomatón, cambiando el gesto en cada foto de la tira.
En fin, no da mucho más
de sí el fenómeno tontorrón del selfie. Me parece un síntoma claro de la vida real bastante solitaria que
lleva mucha gente y del paliativo superficial que suponen las redes sociales.
Son los tiempos que corren. La pregunta del diez es si el selfie no lo estarán promocionando últimamente los fabricantes de smartphones para vender nuevos modelos con cámara frontal de alta resolución.
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lunes, 5 de mayo de 2014
NUEVAS TECNOLOGÍAS: LA NUEVA ESCLAVITUD
Es imparable el avance hacia una sociedad interconectada de
ámbito global, propiciado por las
llamadas Nuevas Tecnologías o Tecnologías de la Información y la Comunicación
(TIC). Pero todo innovación técnica tiene su lado oscuro, es decir, la
posibilidad de un mal uso. Eso de pensar que la tecnología es neutra en sí
misma, ni mala ni buena, sino que la responsabilidad recae en el uso que se
haga de ella, es una ingenuidad de los usuarios o una falacia de las empresas
tecnológicas. El caso es que la tecnología es buena y mala a la vez, es decir,
que es inevitable que produzca ambos resultados (energía atómica, aviones,
etc., etc.). Y las TIC no podían escapar a esta dualidad.
Uno de los primeros
smartphones en salir al mercado fue el BlackBerry, de la compañía canadiense
RIM. Los creadores andaban buscándole un nombre que fuera divertido, fresco, cool (como dicen los americanos) y se
les ocurrió utilizar el parecido de su teclado con una mora: pequeño, negro y granado.
Y se quedó con BlackBerry. Lo que no sabían, o no se percataron, es que así se
llamaban irónicamente las bolas negras de hierro que llevaban sujetas al
tobillo, por medio de un grillete, los esclavos negros de los campos algodoneros
del Sur de Estados Unidos. Quisieron vender la imagen de una fruta y vendieron
la de un grillete. Y para regocijo de la historia, éste empezó a ser muy pronto
el uso que se decantó debido a las especiales prestaciones del teléfono smart. Las empresas regalaban la mora a sus ejecutivos de manera que
estuviesen en contacto permanente con ellas, prolongando su disponibilidad
laboral en todo momento y lugar. Y no valía desconectarse ni fingir que no se
recibían los mensajes, porque todo quedaba registrado. Los ejecutivos se convirtieron
pronto en los esclavos modernos de las empresas, con su grillete BlackBerry de
alta tecnología.
Recientemente, el Smartphone se ha generalizado, adquiriendo
un uso lúdico debido a sus inagotables aplicaciones, contenidos multimedia,
mensajerías, etc. Pero ha generado una nueva esclavitud, que ahora llamamos
adicción ya que es voluntaria, y que obliga también al esclavo a un uso
continuo del aparatito. En el entretenido ingenio se acaba delegando toda la
actividad mental, de manera que puede decirse que cuanto mayor uso se hace de
él, más vacía se tiene la cabeza. Ya no se piensa, ni se relaciona uno en
persona, sino que todo se hace a través del teléfono. Basta con tenerlo
encendido para que el mundo entre en nuestra cabeza hueca y lo llene de
contenidos, banales o no, que lo que importa es sentirse interconectado con una
realidad fácil y un grupo social amplio aunque virtual. Se acabó la soledad, el
tener que pensar, que trazar planes y hacer proyectos, porque todo nos lo dan
hecho; sólo hay que dejarse llevar por las múltiples sugerencias que pululan en
el teléfono listo. Ya no es preciso
ser listo uno mismo, ni creativo, ni desarrollar habilidades sociales, basta
con tener un telefonillo de última generación que nos provea de todas esas
cualidades. Y así, es un hecho observable que cuanta mayor pinta de torpe tiene
una persona, más se le ve aferrado a su aparato; no hay un segundo de
inactividad que no le dedique al mismo, y si lo olvida por un momento, basta
con oír el silbidito que le lanza para que se someta inmediatamente a su
dominación. Es un acto automático, un “tic” (será por eso de las TIC). Es el
silbidito del amo a su perro, cariñoso pero dominante. Ir en el metro o el tren
y oír continuamente los silbiditos de los amos a sus mascotas se ha convertido
en algo que ya produce náuseas, pero los perritos atienden diligentes las
llamadas, sonrientes, felices y agradecidos.
Pero la nueva esclavitud no la generan sólo los smartphones,
sino que las tablets y hasta los
eternos ordenadores se han llenado de aplicaciones nuevas poco necesarias, de
sistemas operativos mejorados (en teoría), de programas cada vez más potentes
que nos obligan a una actualización continua de nuestros conocimientos y
habilidades. Si a eso le añadimos la permanente guerra contra los virus
informáticos que conlleva tanta interconexión y tanta propaganda basura,
resulta que nuestro tiempo se consume en atender a las nuevas tecnologías más
que en usarlas. Y muchos disfrutan con estas habilidades, con estar a la última
en antivirus, en Apps para rizar el
rizo, en programas que se usan un par de veces pero que les cuesta semanas
aprender a manejar bien. Las TIC se convierten así en un objeto en sí mismas en
vez de un medio útil para hacer determinadas cosas. En realidad no habría que
quejarse porque quizás siempre ha sido así con todas las novedades, si no fuera
porque ahora ya es excesivo el ritmo de innovación, el consumo de tiempo que
hay que dedicarle al amo tecnológico. Y no vale quedarse atrás, el querer
seguir con la tecnología antigua, porque cualquier cosa que se hacía antes ya
no es posible hacerla ahora debido a que el servicio que la permitía está
soportado en la nueva tecnología y es incompatible con la antigua. Las empresas
fabricantes siguen usando el viejo truco de la obsolescencia programada, que se
aplicó inicialmente a la duración de las bombillas (se fundían innecesariamente
al cabo de cierto número de horas).
Si, las nuevas tecnologías, además de sus inapreciables
funciones, son también una auténtica
condena que se va apoderando de las mentes y volviéndonos cada vez más dependientes,
más torpes sin ellas, mas esclavos. El problema se ha debatido mucho, incluso desde sectores
médicos, pero el lado oscuro de las nuevas tecnologías sigue pasando
desapercibido para una gran parte de la gente, sobre todo para aquellos que
están atrapados en su adicción. Por eso nunca estará de más haberle dado otro
empujoncito a la crítica.
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domingo, 27 de abril de 2014
LA MARATÓN DE MADRID
Ya con la solera que le otorgan sus
treinta y siete años, la maratón de Madrid ha contado con casi treinta mil
corredores de los pueblos de España y de los países del mundo. Como podría
sospecharse, la ha ganado un keniata y otro ha quedado el segundo –esas liebres
africanas son imbatibles–. En categoría femenina, una etíope se ha llevado el
galardón, empleando treinta minutos más que los ganadores masculinos, que
emplearon poco más de dos horas en recorrer los 42 Km que separaban de Atenas,
más o menos, la llanura de Maratón donde hace algo más de 2.500 años tuvo lugar
el famoso enfrentamiento contra los persas. Hay diferentes relatos históricos al
respecto, pero el olimpismo moderno se ha quedado con el de Plutarco, según el
cual, Filípides, un corredor de fondo, recorrió a toda velocidad esa distancia
para avisar a los atenienses de la victoria, y al llegar murió extenuado por
el esfuerzo. Lo que no sabremos nunca es el tiempo que empleó en la hazaña –no había
entonces relojes de pulsera– pero sí sabemos el enorme esfuerzo que exige esta
carrera, en la que algunos, a fuerza de voluntad, se obligan más allá de sus posibilidades. Extenuados han llegado algunos participantes, incluso uno ha sufrido
un infarto, y otros han llegado sin resuello, con la cabeza de lado y los ojos llenos
de espanto. Otros se lo han tomado por el lado festivo, que de todo se puede hacer
diversión participando. Ahí estaba algún cachondo de buena talla vestido con traje
de sevillana y paso alegre, o un nórdico con elevada cresta rubia de vikingo,
sin olvidar a un veterano de musculatura ya flácida y cuerpo completamente
tatuado. Había patinadores, que no sé qué pintaban ahí, pero que sin duda se
cansaban menos que los corredores, y hasta algún triciclo movido con manivelas.
En plan más sufrido, se veían bastantes canosos y algunos ancianos incluso, corredores
flacos fibrosos y flacos endebles, entrados en carnes sudorosos y colorados,
gorditas de bultos bamboleantes que parecía que se iban a desarmar y lumbálgicos
de esos que caminan con el cuerpo en ángulo y que duele verlos correr. Hasta un
ciego había, cogido del brazo de un vidente, ambos muy conjuntados en la
tarea. Y es que lo importante es participar, poder decir aquello de “yo corrí
la Maratón del 2014 en Madrid”. Es lo que cuenta, llegar a la meta, se tarde lo
que se tarde, siempre dentro de las seis horas que permanece abierta. Hay sin
embargo, como en todos los sitios, algunos tramposos que corren sin dorsal, que
se han incorporado a la carrera en cualquier punto, quizás para hacerse la foto
o para sentirse participantes en el evento aunque no en el esfuerzo.
Otro fenómeno sumamente curioso es
el de los animadores, que jalean con palmas y frases de aliento a los
corredores: ¡Venga, campeón, que ya llegas!, ¡Vamos vamos, que sólo quedan 4
Km!, ¡Go go go…! ¡Allez allez, bravó! Los extranjeros se desbordan con los
corredores de su país, y si además son familiares o conocidos, dan saltos agitando
los brazos y gritando desde que los ven aparecer a lo lejos. Y curioso es sobre
todo el fenómeno de los animadores solitarios, generalmente chicas, que parecen
establecer lazos de complicidad y
empatía individual con los corredores, y que no cesan de aplaudir y dar ánimos
a todos ellos, como si les conocieran personalmente. Da la sensación de que encuentran
placentero, desde su condición descansada, el intentar transferir a los
fatigados corredores la energía que a ellas les sobra. Y ya que no corren, se identifican
con ellos y se cansan gritando y aplaudiendo.
Dura prueba sin duda, aunque la carrera
original, si es que Herodoto no se engaña, la hizo todo el ejército ateniense
desde Atenas a Maratón para impedir que los persas, recién desembarcados, se
desplegaran y sitiaran Atenas. Y añade, para mayor gloria de Filípides, que en
realidad fue enviado a Esparta para pedir ayuda y recorrió sin descanso los 250 Km que la separaban
de Atenas. Y no murió desfallecido al llegar. Sin duda los atletas griegos antiguos
eran al menos tan duros como los
actuales keniatas.
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domingo, 20 de abril de 2014
BLOGS
Los blogs empezaron a popularizarse a comienzos de los años 2000, creciendo rápidamente el
número de usuarios que volcaban en ellos artículos o reflexiones sobre temas de
su interés personal. No resulta fácil encontrar un nombre castellano
equivalente al de blog, ya que “diario” es demasiado íntimo, “dietario”, que sería el más adecuado para recoger sucesos relevantes, y así se ha empleado por algunos escritores, es en realidad muy poco usado y al común de los mortales le suena a planificación de comidas, y “bitácora”, que es el término que habitualmente se emplea, tiene
demasiadas resonancias marineras, de diario de a bordo. Así que al final, la
Real Academia, como en tantos otros casos de incapacidad para adoptar un nombre
castellano, ha optado por la solución fácil, por aceptar el nombre anglosajón popularizado,
corto, snob y traído por los pelos de “blog”, que no es otra cosa que b-log,
contracción de web-log, donde “log” procede de la jerga informática aludiendo a
un registro de eventos. Así pues, blog significa registro de eventos soportado
en la web. Como añadidura al mero registro textual, permite incorporar fotos y
videos e intercambiar comentarios entre lectores y autor.
Hasta aquí todo bien, o casi, y los comienzos de la andadura de los
blogs fueron felices, plenos de visitas y comentarios, pero la popularidad
conlleva la masificación y ésta la soledad entre la muchedumbre. La actual
selva de los blogs se traga en su maraña los nuevos que se publican y los
condena al desconocimiento; es entonces, en el intento de salir a la luz, cuando
todo empieza a complicarse y hacerse ingrato. No basta con crear un blog y
publicar en él interesantes artículos, sino que hay que abrirse paso en la jungla
a golpes de machete para alcanzar algún claro desde donde poder ser vistos. Así
aparecen los directorios y buscadores de blogs y las estrategias para aparecer
en ellos, como incorporar su publicidad, intercambiar enlaces con otros blogs, elegir astutamente las palabras del título
y de los artículos publicados en el propio de manera que al ser atractivas y de moda, a pesar de que
no nos resulten demasiado adecuadas, sean detectadas fácilmente por los buscadores; también es preciso escribir
comentarios ingeniosos en otros blogs, aunque sus artículos no nos gusten demasiado,
para que nos obsequien con un comentario en el nuestro y otros lo vean, etc., etc. Es decir,
comienza la ardua tarea de “promocionarse”, de corromperse un poco para sacar
adelante a nuestra criatura. Y sobre todo de perder el tiempo, robándoselo a la
tarea de escribir. Son los tiempos que corren.
http://www.boosterblog.es
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jueves, 10 de abril de 2014
EL CERDO
Del cerdo se aprovecha todo, siempre se ha dicho. No sólo su
carne en todas las partes de su anatomía, como el inigualable pernil puesto
en salazón y curado por el tiempo –los franceses lo cuecen y le llaman jambon,
que no está mal pero es más sabroso el lacón
gallego– , las jugosas chuletas, la insuperable panceta para acompañar un par
de huevos fritos –los ingleses, que son muy escuetos en el comer, la llaman
bacon y la sirven en lonchas demasiado finas–, etc., sino que hasta de las orejas y el morro se hacen apetitosos platos, y con las tripas
se hacen embutidos. Y no me podría olvidar del manjar por excelencia, el
cochinillo asado, el lactante animalito entero haciendo las delicias del
paladar. Y luego le llaman de mil maneras despectivas, como guarro, puerco,
gorrino y otras lindezas, aunque si esos nombres suenan tan mal es porque el
bicho es ciertamente inmundo. Curioso contraste, la suciedad en que vive y se
revuelca y la exquisitez de su carne. Pero hay quien dice que también las rosas
son más bellas si están bien abonadas, es decir, que la muerte y la vida cuando
van juntas dan los mejores frutos.
Pero el caso es que, para mayor gloria del cerdo, los biólogos
están trabajando para utilizarlo como fábrica de órganos humanos, que
resolvería de una vez por todas la escasez de donaciones de órganos para
trasplantes. Y lo que sucede es, aunque suene mal el decirlo, que cerdos y hombres somos
bastante parecidos interiormente. La técnica consiste en modificar genéticamente un embrión de cerdo para que no
desarrolle un órgano determinado, por ejemplo el hígado, y después inyectar en
el embrión células indiferenciadas humanas, de manera que el hígado
desarrollado será genéticamente humano. ¡Un cerdo con hígado humano (qué barbaridad,
Creador)! A ese embrión híbrido le llaman “quimérico” aludiendo al animal
mitológico que tenía cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente. Y va
a resultar que el engendro no es una quimera, es decir, algo imposible, sino
que está llamando a las puertas de la realidad.
Naturalmente, a nuestro cerdo quimérico habrá que
sacrificarlo cuando sea mayor para extraerle el hígado y trasplantárselo al
humano de turno. Bien, como todo es aprovechable en el cerdo, servirá de paso
para hacer chorizos y jamones, y que nadie lo sepa no sea que le vayan a entrar
escrúpulos, porque esto de la biología es demasiado complejo y a lo peor las
células humanas del cerdo han emitido efluvios genéticos en su desarrollo y contaminado, humanizándolas, las
células porcinas cercanas, de manera que acabamos cometiendo pecado de
antropofagia.
Y lo más curioso es que la cabaña porcina futura va a tener
muchas más variedades que las tradicionales de bellota, recebo o serrano. Ahora
se hablará de variedades hepáticas, renales, cordiales, etc., etc. Habría que
levantarle un monumento al generoso
cerdo y, por supuesto, cuando a uno le llamen “cerdo”, habría que contestar que
muy honrado.
miércoles, 2 de abril de 2014
LOS EMPRENDIMIENTOS
Que no se diga que los españoles no somos emprendedores e
imaginativos en tiempos de máxima crisis. Ayer veía a un joven con buena pinta
que vaciaba afanoso uno de esos contenedores del Ayuntamiento destinados a
depositar papel. Introducía las manos por el agujero y las sacaba llenas de
todo tipo de revistas, diarios, cartones; luego los depositaba en la trasera de
su utilitario moderno, que tenía aparcado al lado. Tiempos de crisis, paro
juvenil, ganas de buscarse la vida como sea, aunque te paguen algunos céntimos
por kilo de trabajo.
Pero también hay emprendimientos orientados a los ricos, que ya se sabe que donde hay
miseria hay también una minoritaria abundancia. Ahí están esos negocios
devenidos de moda por arte de la sinsustancia cultural y el prurito de los
ociosos de rizar el rizo. Tales son los negocios de helados para mascotas,
criaderos domésticos de tarántulas, pastelitos de diseño o coaching para niños (por qué co... no les ayudarán sus padres).
Lo del coaching es ya una enfermedad, hasta el punto de que algunos snobs sin
oficio, pero con beneficio, se atribuyen un hipotético título genérico de coach,
sin especificar sobre qué disciplina pretenden entrenar. A lo peor es sobre la
propia disciplina del coaching, es decir, son coaches de coaching. Cualquiera sabe.
Y qué decir de los recicladores de muebles viejos, esos que
recogen sillas huérfanas, mesitas cojas, lámparas sin bombilla y demás útiles
desterrados de los cómodos domicilios pudientes que niegan a sus antiguos
enseres, alguna vez queridos, la soledad
de sus trasteros. Para qué hablar, también, de los negociantes de ropa usada, esos
que colocan en algún espacio público caritativos contenedores con nombre de ONG
para depositar ropa usada, que luego acaba en el África subsahariana vendida al
peso, en enormes bultos cerrados, a espabilados comerciantes de la miseria que
se hacen ricos en su país vendiendo por piezas.
Algunos emprendimientos son más serios y alejados de la
picaresca, que pretenden ofrecer, por un
módico precio, servicios que resultan caros hoy. Ahí está el alquiler de trajes
de novia, incorporado al tradicional alquiler de chaqués o smokings para una sola
ceremonia (qué pena de novia sin la ilusión de hacerse su traje inolvidable).
Ahí está la secretaria virtual, eficaz y servicial a distancia, vía internet,
pero dando imagen de presencia en la oficina para los clientes (lástima que no pueda
traernos un cafelito o alegrarnos la mañana con su tipazo). Y así muchos más,
que al menos son productivos y rentables para las personas modestas y las
pequeñas empresas.
viernes, 28 de marzo de 2014
VIDA ARTIFICIAL
Siempre se ha dicho que la vida la creó Dios, aunque los
materialistas opinan que fue la Madre Naturaleza. Llamémosle H, que a lo mejor ambas cosas son lo mismo o actúan conchapadas, pero lo que sí es cierto
es que se requirió un inmenso potencial creador para llevar a cabo la tarea. En
el caso de Dios, necesitó siete días para terminar la obra, si bien no sabemos
la duración de aquellos días divinos en relación a nuestro tiempo terráqueo. En
el caso de la Madre Naturaleza, la buena señora se pasó millones de años dando
palos de ciego, mezclando elementos, activando rayos y volcanes, haciendo correr
ríos y llenando mares, hasta que un día, de chiripa, apareció una microscópica
célula viva, esto es, un corpúsculo de materia capaz de crecer construyéndose a
sí mismo a expensas de los elementos del medio y siguiendo un diseño incorporado
en su interior: el famoso ADN localizado en los cromosomas; corpúsculo capaz también de
dividirse en dos células hijas idénticas que continuaron el proceso de manera indefinida,
garantizando la supervivencia de su casta. Pero eran células muy simples, las
conocidas bacterias. Luego aparecieron unas células más complejas (eucariotas),
cuyo material genético estaba empaquetado dentro de una membrana o núcleo, de
funcionalidad reproductora más sofisticada y que darían lugar a los seres
pluricelulares y de ahí a toda la evolución de los animales y plantas.
Sirva lo anterior de background, probablemente innecesario,
para situar el hecho de que un equipo de científicos de la Universidad de Nueva
York acaba de sintetizar en laboratorio
un cromosoma eucariótico perteneciente a un hongo, la levadura de cerveza, tan
familiar para los científicos y los amantes del dorado líquido. Ya se había
conseguido en 2010 sintetizar ADN de una bacteria, pero el hecho de que todos
los animales (hombres incluidos) y plantas compartan el mismo tipo de célula compleja
o eucariota reviste a este hallazgo actual
de una importancia trascendente. El siguiente paso se anuncia como la
reconstrucción de los 16 cromosomas de la levadura (los humanos tenemos 23 y
compartimos con la levadura un 12% de material genético). Con ello se habría
dado el alucinante paso de crear un organismo viviente complejo.
Ya hace décadas que se empezó a meter la mano en la
estructura de la vida, con gran utilidad práctica y no sin pocas críticas de índole
biológica y ética: los alimentos transgénicos, la clonación, las células
madres, etc. Pero hasta ahora la cosa se limitaba a modificar la naturaleza o a
hacerla reproducirse artificialmente. Ahora se abre el camino para crearla
directamente en laboratorio. Y muchos se preguntan, invadidos por el pánico y
temiendo la ira de los dioses: ¿Hasta dónde vamos a llegar? Que no teman, el
camino de la creación artificial de la vida es demasiado largo y de momento no
pasaremos de algunas aplicaciones prácticas interesantes como la fabricación de
fármacos, alimentos o biocombustibles. Pero el camino está abierto y uno se
plantea cuántos milenios harán falta para llegar donde llegó la Madre
Naturaleza por sí misma, dando palos de ciego. Ahora ya no se darán palos de
ciego y el camino será más breve y menos azaroso. Y después de todo, si la
naturaleza lo hizo a ciegas, ¿por qué no habría de hacerlo el hombre, que es
también parte de la naturaleza, y además naturaleza consciente?
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