miércoles, 2 de abril de 2014

LOS EMPRENDIMIENTOS

Que no se diga que los españoles no somos emprendedores e imaginativos en tiempos de máxima crisis. Ayer veía a un joven con buena pinta que vaciaba afanoso uno de esos contenedores del Ayuntamiento destinados a depositar papel. Introducía las manos por el agujero y las sacaba llenas de todo tipo de revistas, diarios, cartones; luego los depositaba en la trasera de su utilitario moderno, que tenía aparcado al lado. Tiempos de crisis, paro juvenil, ganas de buscarse la vida como sea, aunque te paguen algunos céntimos por kilo de trabajo.
Y qué decir de los recicladores de muebles viejos, esos que recogen sillas huérfanas, mesitas cojas, lámparas sin bombilla y demás útiles desterrados de los cómodos domicilios pudientes que niegan a sus antiguos enseres, alguna vez queridos,  la soledad de sus trasteros. Para qué hablar, también, de los negociantes de ropa usada, esos que colocan en algún espacio público caritativos contenedores con nombre de ONG para depositar ropa usada, que luego acaba en el África subsahariana vendida al peso, en enormes bultos cerrados, a espabilados comerciantes de la miseria que se hacen ricos en su país vendiendo por piezas.

Algunos emprendimientos son más serios y alejados de la picaresca, que  pretenden ofrecer, por un módico precio, servicios que resultan caros hoy. Ahí está el alquiler de trajes de novia, incorporado al tradicional alquiler de chaqués o smokings para una sola ceremonia (qué pena de novia sin la ilusión de hacerse su traje inolvidable). Ahí está la secretaria virtual, eficaz y servicial a distancia, vía internet, pero dando imagen de presencia en la oficina para los clientes (lástima que no pueda traernos un cafelito o alegrarnos la mañana con su tipazo). Y así muchos más, que al menos son productivos y rentables para las personas modestas y las pequeñas empresas.

 Pero también hay emprendimientos orientados  a los ricos, que ya se sabe que donde hay miseria hay también una minoritaria abundancia. Ahí están esos negocios devenidos de moda por arte de la sinsustancia cultural y el prurito de los ociosos de rizar el rizo. Tales son los negocios de helados para mascotas, criaderos domésticos de tarántulas, pastelitos de diseño o coaching para niños (por qué co... no les ayudarán sus padres). Lo del coaching es ya una enfermedad, hasta el punto de que algunos snobs sin oficio, pero con beneficio, se atribuyen un hipotético título genérico de coach, sin especificar sobre qué disciplina pretenden entrenar. A lo peor es sobre la propia disciplina del coaching, es decir, son coaches de coaching. Cualquiera sabe.

No hay comentarios :

Publicar un comentario