jueves, 27 de noviembre de 2014

QUEREMOS... Y NO “PODEMOS”

De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno, se dice. Pero es bonito caminar mientras se mantiene la ilusión, porque sin ilusiones es muy dura la existencia. Cuando la clase política padece una diarrea severa que contamina todo lo que toca, se necesita un soplo de aire fresco que oree el ambiente. La clase política, la casta que llaman los recién llegados “we can”, está inmersa y obnubilada en su propia supervivencia, encerrada en su alcoba maloliente y ajena al mundo de la calle.

Hay que atajar la infección, todo el mundo está de acuerdo, pero no es fácil cuando el mal se ha hecho crónico. Y no bastan las buenas intenciones, el posibilismo ingenuo de los recién salidos de la facultad que estrenan bata blanca. Hay también mucha ambición en esos jovenzuelos dispuestos a cambiar ciegamente lo que haga falta, incluso sus propios planteamientos, para erigirse en jefes de clínica. Tampoco ellos están libres de virus, pues han crecido en un ambiente contaminado. Pero se les puede perdonar, porque si hay una cura del mal, tendrá que provenir de ellos, o de sus buenas intenciones.

No es fácil sanear las instituciones de un país cuando el cáncer de la corrupción se ha extendido por todas partes. Políticos, jueces, banqueros, empresarios, religiosos,  sindicalistas y otros más, han sido alcanzados en cierta proporción por la metástasis.

La duda es si basta querer para poder, porque no hay cura todavía para este ébola que es ya una epidemia. Ni siquiera, de momento, hay vacuna.

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