lunes, 30 de noviembre de 2015

POLÍTICOS MEDIÁTICOS

Entramos en campaña y los líderes políticos se afanan en presentar su cara más simpática y divertida, su naturalidad más natural sacada nadie sabe de dónde puesto que nunca la usan en público a lo largo del año. Somos como tú, parecen querer trasmitir, entrañables y divertidos; puedes fiarte de nosotros. Y vemos a Rajoy detrás del micrófono deportivo comentando un partido de futbol con pasión madridista, o a Pedro Sánchez asistiendo a tertulias  marujeras o escalando el peñón de Ifach al lado de Jesús  Calleja, el versátil deportista aventurero que lo mismo escala montañas, pilota un helicóptero o se sumerge en simas inundadas. Vemos a Soraya Sáez de Santamaría bailando en el Hormiguero o recorriendo el Camino de Santiago en compañía también del incombustible  –a la par que famélico, quizás de tanta actividad– Jesús Calleja. Y veremos otra vez, como no, al Presidente de Gobierno departiendo sobre temas personales con Bertín Osborne en el programa “En tu casa o la mía”, por el que han pasado los más variopintos personajes, como Los Morancos, Jesulín de Ubrique, Carmen Martínez Bordiú o Mariló Montero. Y por ver y más ver, pobre del político que no se deje ver por la tele en los programas de diversión con más audiencia. Hoy día, si no eres mediático no puedes ser político. Ese parece ser el secreto recién descubierto en nuestro país. Frente a eso, ya no importan tanto los debates entre los líderes de los partidos, y hasta se eluden a veces salvo los muy significativos, porque gran parte de la gente lo que quiere es divertirse y que no le den la vara. Además, quién cree ya en los programas políticos, en las buenas intenciones, si al final no se cumplen por imperativos de la realidad o por incompetencia. Ya no engañan los programas como lo hacían antes, y por eso la gente quiere más ver el lado humano de los líderes que escuchar sus propuestas. Y a pesar de todo, en el desmadre electoral, todavía no hemos llegado al nivel de Italia, donde en ocasiones se ha presentado a las elecciones algún cómico o una prostituta famosa; ni al nivel de EEUU, donde los actores de cine son una estimable cantera (véase Reagan o Schwarzenegger). Claro que con este panorama, algunos, o muchos, vaya usted a saber, se preguntan si la política es un cachondeo, una mera apariencia,  y si no hay mucho que hacer salvo dejarse llevar por la fuerza de los acontecimientos, que vienen cada vez más condicionados desde fuera. Ver a Pablo Iglesias cambiar continuamente su programa adaptándolo al viento que sopla en cada momento, con la sana y probablemente única intención de hacerse con el poder y luego ya veremos, nos llena de desilusión y nos reafirma en la idea de que esto es un total cachondeo. No hay más que verle hacer el payaso cantando coplas mal escritas por él mismo para satirizar a otros políticos, mientras que las bases de Podemos se sienten abandonadas en su vocación asamblearia; qué ingenuos, tomarse las cosas tan en serio.

Mucho más triste es la campaña electoral en Cataluña, donde no hay ganas de juerga, sino de venderse el partido que gobierna a quién sea para conservar el poder, para conservar el statu quo de la corrupción y la impunidad ante la ley disfrazadas de independencia. Pero además es que los catalanes son más serios de por sí, y lo que de verdad les pone, en plan lúdico, es eso de “salut i força al canut”, que algunos maliciosos emplean con significado fálico, pero que en su origen medieval significaba salud y riqueza, ya que el dicho alude al peso o cantidad de monedas de la bolsa, llamada ”canut” debido quizás a un diseño tubular. En cuanto a otras manifestaciones lúdicas, mal lo lleva la sardana –esa elegante y ancestral danza llena de armonía y cooperación– en una Cataluña dividida, incapaz de cerrarse en círculo cogida de la mano.  

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