jueves, 24 de octubre de 2013

LA MODA... EN PERROS

Sí, sí, los largos tentáculos de la moda no se limitan a controlar el vestido, los accesorios, los coches, los bares y locales diversos, etc., etc. También alcanza a los perros –odio llamarlos mascotas ya que es un término más ambiguo que se refiere a cualquier cosa, animal o persona que trae suerte, a la manera de un talismán. Pues eso, que los perros están sujetos a la moda lo mismo que un bolso o unos zapatos. Pero no es que la moda condicione su manera de esquilarlos o cómo ponerles un lazo o una mantita de invierno, sino que todo el perro se convierte en moda en virtud de su raza. Así, hay razas que saltan a la popularidad y todo el mundo quiere tener un perro de la misma, y al contrario, razas que quedan en desuso y la gente casi se avergüenza de sacarlos a la calle, cuando no los abandonan en cualquier gasolinera de autopista para poder comprarse enseguida otro perro más actual. Qué barbaridad, es un síntoma más de la estupidez y falta de sentido de los tiempos que corren. Porque un perro es una personita que encierra un caudal inagotable de sentimientos hacia sus amos, una compañía fiel y abnegada. Tratarlo como una cosa es no saber lo que se tiene entre manos. Esperemos que con la creciente degradación de los valores no se acabe incluyendo a las personas en esta dinámica de la moda. Tendría gracia que uno cambiara de pareja porque se ha puesto de moda la raza afgana, o irlandesa o etíope. Y es que cuando la moda se aplica a los genes, puede pasar de todo.

Hace tiempo, se elegía generalmente a un perro de compañía por su carácter, más o menos en consonancia con el de su dueño, y con las posibilidades de espacio vital para el animal. También influía de manera inconsciente, lo he observado muchas veces, un curioso parecido fisionómico entre perro y dueño, cosa que me hacía mucha gracia. No se podía tener mayor empatía e identificación con el animal. Pero ahora, si se ponen de moda los chuchos feos, de morro aplastado y ojos saltones, ahí tenemos a la gente cargando con esos bichos que respiran con gran dificultad, babean y roncan. Es un sufrimiento ver lo mal que llevan su vida los pobres animales. Si se ponen de moda los perros agresivos, de esos que se te comen al niño o le muerden a las visitas, pues ahí tenemos a la gente arrastrando por las calles a esas fieras que te miran con ojos asesinos. Luego está también la moda de los pequeñines, miniaturas de perro muy vivas, que los puedes llevar en cualquier sitio. En miniatura los hay de todos los tipos, desde bolitas algodonosas hasta famélicos canecillos sin pelo, tipo murciélago, de miembros delgados y huesudos y ojillos vivaces, pasando por preciosos galgos miniatura  que parece que van a romperse. Y hasta los hay del tipo feo, de hocico achuchado y baboso, y con extremidades robustas y arqueadas como sus congéneres de tamaño normal. En fin, la variedad es inmensa y no he querido citar nombres de razas para no hacer propaganda.

Pero lo que es asombrosos del fenómeno es ver cómo en sólo un par de años las calles se llenan del perro que está de moda. Qué tiempos aquellos en que un inteligente pastor alemán te hacía compañía durante toda su vida, o un setter irlandés de hermoso pelo rojizo disfrutaba jugando con los niños de la familia hasta que se hacían mayores. Y es que la moda es el mecanismo que garantiza la renovación rápida de las cosas para aumentar el negocio de los productores, en este caso de los criadores de perros. Y lo han conseguido, mezclando razas, combinando genes, inventando tendencias que arrastran a los incautos consumidores. Una lástima.

 

1 comentario :

  1. Aspectos de la vida que, como un prisma caleidoscópico, nos va descubriendo nuestro gran amigo Jesús en sus inquietos y amenos escritos

    ResponderEliminar