domingo, 21 de julio de 2013

LA REALIDAD VIRTUAL

Aunque el término alude estrictamente a la recreación electrónica de sucesos reales en los que poder sumergirse, usando visualización en tres dimensiones, sonido holofónico e incluso sensaciones táctiles y olfativas, la idea es todo lo antigua que queramos pensar. El cine en relieve fue ya un antecedente notable, y después han aparecido aplicaciones y equipos como los simuladores de vuelo o los videojuegos, que usan las técnicas de realidad virtual. Pero el invento es muy antiguo, pues qué decir de la literatura, que ha sido siempre la fuente donde hemos bebido las mayores aventuras virtuales gracias a la magia de la imaginación.  Y antes de la literatura, es decir, de la escritura, ahí estaban los relatos que se han contado ante el fuego del hogar desde la más remota antigüedad prehistórica, gracias al milagro de la palabra y el pensamiento.

Sin embargo, la moderna realidad virtual es mucho más prosaica, más en consonancia con nuestro tiempo desangelado, ya que utiliza como medio para la recreación, exclusivamente, las impresiones de los sentidos. Podría utilizarse como un complemento de una historia interesante, que potenciara y avivara las sensaciones y vivencias. Aunque eso está muy lejos todavía. De momento no llega ni a espectáculo, y se queda en mera experimentación y desarrollo.

Pero hay más virtualidad todavía en nuestro mundo, tanta como el aire que respiramos en cada momento, contaminado con los productos tóxicos secundarios de nuestra productividad. La apariencia, el culto a la imagen, la información engañosa, los artículos de consumo inoperantes que se venden merced a campañas agresivas de marketing, etc., etc. Por no hablar de la política o la historia. Todo sucede como si viviésemos en un mundo virtual, aparente, que no existe. ¿Será esa la condición humana, la de tener que imaginar un mundo a partir de las sensaciones que nos llegan? Y lo peor del asunto es que esas sensaciones están provocadas y manipuladas en beneficio de los interese de algunos. Sí, habitamos un espacio virtual, un mundo mental recreado por otros en gran parte. Y la única rebeldía posible es la de refugiarse exclusivamente en las sensaciones por sí mismas, como único valor, ya que los relatos de la realidad se han vuelto en contra nuestra.

Ahí es donde alcanza interés esa realidad virtual electrónica desligada de los relatos, inductora de meras sensaciones. Triste destino el tener que ser  posmodernos.

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