sábado, 15 de diciembre de 2012

ARMAS... TENER O NO TENER, ESA ES LA CUESTIÓN

El origen del derecho de los particulares a tener armas está en la Inglaterra medieval, cuando estaba orientado a formar una milicia que pudiera acudir en defensa del Rey si era requerida. Más tarde, en el siglo XVII, este derecho común se orientó a la defensa personal, en línea con la interpretación moderna. El derecho anglosajón se exportó a las colonias, EEUU, Canadá y Australia principalmente. Aunque Inglaterra estableció duras restricciones posteriormente, con la independencia de los EEUU el derecho a poseer armas se consagró como inviolable, y así lo refleja su Constitución en la famosa segunda enmienda. En la expansión de la frontera estadounidense hacia la costa oeste, era esencial que las gentes estuviesen armadas y dispuestas a defender los territorios ocupados a los indígenas, ya que el estado malamente podía garantizar su seguridad en un territorio tan inmenso. Además, el flujo de gentes de toda condición llegados de Europa, hacía necesaria la autodefensa de las personas y las propiedades. Así se consolidó, durante el siglo XIX, la tradición del uso de las armas en el legendario Oeste americano. Un siglo más o menos separa la actualidad estadounidense de aquellos tiempos épicos, muy poco para desterrar esa costumbre que el cine ha elevado a la categoría de epopeya nacional. Pero es que además, en la actualidad, dada la enorme dispersión de la población en muchas partes, y la conflictividad en las grandes ciudades derivada de una población multiétnica con sensibles desajustes sociales y económicos, es imposible que el estado pueda garantizar la seguridad de todas las personas, lo que de hecho obliga a la autodefensa.

En EEUU adquirir un arma es tan fácil como tener el dinero que cuesta y ser mayor de edad. Se puede incluso llevarla a la vista en muchos estados y en otros portarla oculta. Una mayoría de la población está a favor de la tenencia libre de armas (60 %), aunque la polémica entre partidarios y detractores es antigua, sobre todo con ocasión de las típicas masacres que cada pocos años tienen lugar allí, como esta reciente en un colegio de primaria. Si fuera difícil conseguir un arma, dicen unos, no pasarían estas cosas. Y los otros contestan que si fuera difícil, los malhechores la conseguirían de todas maneras, mientras que las personas honradas no podrían y estarían indefensas. No cabe duda de que un malhechor que se plantea atracar un domicilio o una tienda, por ejemplo, se lo piensa diez veces no sea que le reciban a tiros. Pero por otro lado, los dementes que cometen estas masacres en colegios y entre gente despreocupada, tendrían un acceso más difícil a las armas. Una posición intermedia defendida por muchos, que quizás evitaría estos dramas, es el control sicológico y penal de los solicitantes.  

Y luego están los importantes intereses económicos de la industria de las armas personales y la influencia de la famosa Asociación del Rifle, con más de cuatro millones de asociados y un enorme poder económico y político, que hacen casi inviable establecer restricciones. Hay tantas armas en EEUU como habitantes, aunque sólo la mitad de la población está armada, lo que quiere decir que cada persona armada tiene de media dos armas, y que algunos tienen muchas, demasiadas. Y entre ellos esos fanáticos propensos a usarlas al servicio de su demencia. Da bastante pena ver vídeos en internet de padres enseñando a disparar una pistola de grueso calibre a un niño de cinco o seis años, pero así es la "cultura de la violencia" de este país, que tantas veces se ha reflejado en el cine y en los conflictos internacionales reales.

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