El caso es que la enfermera Jacintha ha aparecido ahorcada
con un chal en la habitación de enfermeras del hospital, mientras que su compañera, la que
atendió realmente a los bromistas, no parece que se lo haya tomado tan a la
tremenda. Sin duda Samantha se sintió más culpable ya que debería haber
filtrado la llamada, haber sospechado algo antes de darla por auténtica. O la
hicieron sentirse más culpable desde determinadas instancias, cosa que se ha
desmentido oficialmente.
Muchas cosas quedan en el aire tras este suceso, y algunas
ambigüedades. Se dijo inicialmente que había aparecido muerta y que se le iba a
hacer la autopsia para esclarecer la causa de la muerte, pero se ocultó que se
había ahorcado. Tenía también heridas cortantes en las muñecas y se encontraron
varias notas suyas dirigidas a sus familiares, marido e hijos, aunque se desconoce su contenido. Se hará una investigación
detallada que no se conocerá hasta Marzo. Pero al margen de la investigación
del hecho en sí, dos cosas nos quedan
claras: la primera, la estupidez de los bromistas de los medios, dispuestos a
rentabilizar su ingenio a costa de gente normal que no imagina lo ciegamente
banales que son. Segundo, el drama
interior de personas como Jacintha, que siendo personas serias y trabajadoras,
llevan posiblemente una historia conflictiva dentro que no trasciende al
exterior y que les hace reaccionar de manera extrema ante circunstancias
problemáticas. Esa “intrahistoria” personal no saldrá en la prensa y pasará
desapercibida, pero los locutores trágicamente bromistas la llevarán encima
siempre si llegan a conocerla.
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