El país ha votado mayoritariamente, aunque de manera
insuficiente para gobernar, al centro derecha, pero el centro izquierda, que es
la segunda fuerza, le ha estigmatizado hasta el punto de no querer ni hablar
con él a causa de los casos de corrupción que ostenta, ignorando los suyos propios
que no se quedan cortos. La izquierda de verdad, que no oculta su ansiedad camaleónica
por el poder, intenta captar al centro izquierda (indefinido entre la izquierda
y la derecha, pero negando al poderoso rival del centro derecha que puede
arrebatarle el poder). El centro izquierda duda porque hay líneas rojas hacia
la izquierda que no deben rebasarse sin quedar en evidencia la traición a las raíces, aunque
por el poder estarían quizás dispuestos a redefinirse políticamente.
Todo es un juego de estrategias por el poder, y mientras
tanto los ciudadanos contemplan atónitos como los políticos juegan apasionados
sus cartas ignorando que los ciudadanos que votaron hacia la derecha quieren derecha
y los que votaron hacia la izquierda quieren izquierda, y asisten perplejos a la
posibilidad de que cualquier salida indeseada sea posible. El tiempo de los ciudadanos
pasó, ahora es el tiempo de los políticos, el tiempo de la conquista del poder a
cualquier precio.
Esto es una tontería, un juego a dos niveles en que el nivel
político, el superior, usa a la
ciudadanía, el inferior, como un paso previo, como la regla del juego o
reparto de cartas que le permitirán hacer sus jugadas por el poder. La clase
política, aunque presuma de popular o populista, sigue separada de la clase ciudadana.
Con gran lucidez dijo Jesús el galileo “Dad al César lo que
es del César y a Dios lo que es de Dios”, banalizando la política, sobrepasándola
y afirmando la primacía de lo verdadero sobre lo coyuntural humano, sobre el tributo
político que hay que pagar por existir en este mundo.
La democracia es un teatro,
una comedia a veces trágica pero inevitable porque la convivencia exige
acuerdos, aunque a veces sean inconvenientes. El único consuelo es que no son
eternos.
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