Nuestro PIB anda necesitando un buen empujón que nos levante
la moral económica y también la de nuestros inversores extranjeros, y se va a recurrir
a incorporar a él determinadas actividades de la economía sumergida, que no por
ilegales son reales y palpables como la vida misma. Entiéndase así el comercio
de la prostitución y de las drogas. Y surge, como es evidente, el problema
ético que consiste en oficializar para bien una actividad ilegal. Se la
persigue por un lado y por otro se la incorpora a nuestra economía como una
fuente de bienes que mejoran nuestros balances y nuestra imagen económica en el
exterior. Y lo peor es que no es sólo cosa nuestra, sino que
corresponde a una directiva europea. Si realmente estas actividades resultan beneficiosas para la economía,
no habría que perseguirlas sino incluso legalizarlas y fomentarlas. Claro que esto no haría más
que seguir poniendo en evidencia que los valores primordiales de nuestras
sociedades no son los éticos sino los económicos. Es el mismo caso que el
tabaco, que se anuncia como mortal en las cajetillas pero se sigue vendiendo
debido a los impuestos que genera. Perro mundo de las contradicciones.
No va a ser fácil computar
(nunca mejor dicho) los ingresos de la prostitución o de las drogas, que
habrá que estimar de manera aproximada, muy aproximada. Y luego alardearán los
gobiernos de haber subido el PIB una o dos décimas debido a sus políticas
económicas, cuando la manipulación de un índice tan chapucero y con tantas
lagunas como el PIB se presta a estas subidas poco ciertas. Ahí está por
ejemplo la estimación de la economía “legal” pero sumergida, no declarada ni
generadora de impuestos, que por fuerza se hace a ojo y se incluye en el PIB. Y
qué decir de los productos y servicios que no se venden y por tanto no se evalúan,
como el trabajo doméstico, los servicios que presta el voluntariado, la
producción para el consumo propio en el medio rural, etc. ¿Por qué no
incorporarlos también de manera estimada al PIB, antes incluso que la
prostitución y las drogas?
El PIB, dudoso índice que en adelante podría significar también
“Prostitución Ilegal Beneficiosa” y que nos abre las puertas de las agencias de
calificación mundiales. Sin un buen PIB no hay nada que hacer hoy en el mundo
de la economía, o sea, en el mundo
Totalmente de acuerdo Jesús, estamos en una sociedad en la que el valor supremo es el balance de cuentas y da lo mismo que se incluya en el haber la prostitución y las drogas o se compute como bajada del desempleo un número de personas entre las que no se contabilizan los que se marcharon, los que ya no buscan trabajo por saberse condenados de antemano al fracaso. La perversión de las palabras y de los conceptos esta a la orden del día.
ResponderEliminarLa ética es una utopía para el poder financiero que es en realidad quién gobierna en la UE
Gracias por seguirme, Lola (fotocop.), es cierto que el poder no está en monarquías o repúblicas, sino en el capital, que juega con todo a su conveniencia.
ResponderEliminar