En el caso de los tomates, los cultivadores han hecho una
selección genética a lo largo de décadas, que ha ido imponiendo las semillas de aquellas
variedades que mejor forma y color tenían en menosprecio del sabor, ya que los
tiempos que corren son tiempos de imagen, de apariencias, y también de exportación.
Incluso se han hecho modificaciones genéticas artificiales para potenciar estas
cualidades. Un tomate con buena apariencia, que resista bien el maltrato del embalaje
y que dure sin deteriorarse durante el transporte, es el candidato ideal para
su cultivo. Desgraciadamente no se han encontrado variedades que aúnen estas
cualidades de exportación con el sabor y la riqueza vitamínica. De aquellos
polvos vienen estos lodos: en nuestro país, el 95 % de los tomates que podemos
consumir no tiene substancia. Y lo mismo pasa con los políticos, y no es que
los exportemos sino que el propio mercado interno atiende más a la imagen que a
la realidad que hay detrás, y además ellos tienen que aguantar la cara también,
ahora que estamos en campaña, hasta que culminen las elecciones. Es la ley del mercado en estos tiempos.
Todos los partidos políticos muestran su mejor apariencia,
que promete satisfacciones futuras. Es esencial que los líderes tengan un
aspecto agradable, grandes dosis de empatía, una palabrería que llegue a la gente aunque
la mirada de un observador atento perciba en sus ojos ese reflejo de "no me lo creo
ni yo". Y en el seno de los
partidos políticos se van seleccionando desde los años juveniles a los especímenes
que reúnen estas cualidades. Ya sólo falta, para completar el símil con los
tomates, ahora que la intervención genética en animales es viable, que las
futuras mamás pidan la modificación ad hoc de sus embriones para que salgan de
ellos unos políticos transgénicos llenos de futuro.
Lo que cuenta hoy día es el marketing, un marketing a corto
plazo, que una vez vendido el producto ya veremos qué se hace en la próxima
campaña. Las generaciones se renuevan con mucha rapidez y muchos no se acuerdan,
o están tan atontados por los estímulos inmediatos que renuncian a acordarse,
de la historia reciente. Afortunadamente, la gente mayor sí conserva la memoria
y se acuerda del sabor de los tomates, y no renuncia a volver a degustarlo
algún día. Incluso ya hay productores que empiezan a recuperar para consumo
interno aquellos cultivos hortícolas que llenaban nuestro paladar de sabores. ¿Llegará
este movimiento incipiente a la política? Porque al final, como dijo Jesús el galileo
refiriéndose a los falsos profetas, "por sus obras los conoceréis",
no por sus palabras. Quizás por eso él hizo milagros y se jugó el tipo ante el
poder de la época. ¿Hará falta un milagro para que la política vuelva a tener
contenido de verdad y vuelvan a diferenciarse las distintas opciones?
No me convence el argumento sobre los tomates (sobre los políticos, no digo nada): creo más bien que el mercado proporciona un incentivo para producir tomates de muy buen sabor, ya que hay demanda para ellos, pues seguro que habría mucha gente dispuesta a pagar más por la diferencia de calidad. Lo que ocurre es que tal vez esos tomates de buen sabor son caros y no se encuentran fácilmente.
ResponderEliminarClaro, tocayo, lo que pasa es que los grandes productores de tomates destinan la casi totalidad de su producción a la exportación, y tienen que priorizar la conservación de la mercancía usando variedades que no se aplasten, más rígidas y menos jugosas, etc. Naturalmente que los cultivos locales, en huertos y pequeñas parcelas, pueden producir tomates de sabor para consumo de temporada y local también, que no requiera transporte a distancia. Aunque otro de los problemas derivados de la producción a gran escala es que es difícil encontrar semillas que no sean de las variedades "industriales". Y por supuesto, esos tomates de calidad que dices, cultivados con esmero y cosechados en su punto de madurez,son caros, salvo que se tenga un huerto propio o de un amigo.
ResponderEliminarCada vez que dices la palabra IMPOSIBLE, estas palabras sólo se obstaculizaría ves un milagro para el éxito
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