Pues héteme aquí que el sistema político español actual, estructurado
básicamente en torno a dos partidos políticos de centro (PP y PSOE), se está
desmoronando debido a los fenómenos de corrupción a todos los niveles, puestos
de manifiesto junto al periodo de crisis que asola el país y que pone en
entredicho hasta la raíz del propio sistema económico y la dependencia de Europa.
Ante tan evidente debilidad, el partido Podemos ha penetrado
de manera oportunista y espectacular en las grietas del edifico político para
desmoronarlo más, prometiendo el oro y el moro, vendiendo ilusiones al pueblo a la manera
de los famosos timadores ambulantes del Oeste americano, que ofrecían un mágico
elixir que lo curaban todo. Maravillosa medicina para el que no encuentra otro
consuelo, aunque la única mejoría que cabría esperar sea la debida al efecto
placebo.
“Podemos” tiene un líder que es lo único presentable del
partido, aunque vistas algunas de sus intervenciones se aprecia el terreno
movedizo sobre el que pisa y la naturaleza de sus propuestas: ilusión, humo. El
resto de representantes del partido es simplemente deplorable, y nadie dejaría
un país en sus manos. El único bagaje válido de Podemos es la crítica del
sistema actual, y la declarada fe en ir solucionando problemas sobre la marcha
a base de estudio y dedicación (siguen siendo estudiantes universitarios aunque
se llamen profesores), ya que no conocen las soluciones. Aunque quizás al final
la realidad les lleve al mismo punto de partida que critican.
“Podemos”, “We can” que decía Obama y no ha podido hacer lo
que quería. La realidad es terca aunque sea corrupta, y quizás la única virtud
de las fantasías políticas es hacer cambiar al sistema desde dentro, a base de
crítica y denuncia. El tomarlas muy en serio y ponerlas en práctica es un riesgo demasiado
ingenuo.
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